Su ilusión desde niño, era correr los encierros en San Fermín… Y aquella ilusión, la hizo realidad hace más de dos décadas.
Miguel Ángel Larios, este tarraconense de 45 años, llegó a Pamplona por primera vez en 1.997. Su sueño estaba cumplido. La calle Estafeta, a la altura del número 5, fue testigo de sus carreras… La adrenalina le corría por todo el cuerpo. Aquello era mucho más de lo que él se imaginaba.
Pero lo que no sabía era que muy cerca de la Plaza de Toros, estaba instalada una Tómbola que desde el primer momento que la vio, se convirtió para él en un amuleto.
Por casualidad, aquella primera vez que viene a Pamplona, unos amigos me llevaron después del encierro a desayunar al Paseo de Sarasate. Y vi la Tómbola. Había hecho tan buena carrera en el encierro, que creí que aquella Tómbola me daba suerte.
Tanto significó para Miguel Ángel, que se le quedó marcado para siempre.
Cogí boletos. Y me tocaron cosillas… ¡Parecía que aquel día la suerte estaba de mi lado!
Cada año, lo primero que hace en cuanto llega a Pamplona para correr esos encierros que tanto idolatra, es visitar la Tómbola.
Siempre que vengo a Pamplona, y no he faltado ni un solo año desde 1.997, voy a la Tómbola. Para mí es ya una tradición. Además, llámame loco si quieres, me fui informando en qué consistía esto… Cuando me enteré que encima ayudaba a los demás, la alegría para mí fue inmensa.
Miguel, que así es como le llaman sus amigos pamploneses, dice que hay tres cosas que nunca pueden faltar cuando llega a nuestra ciudad:
Lo primero que hago es correr el encierro, después, venir a comprar boletos en la Tómbola y para acabar, la visita a la capilla de San Fermín. Luego, lo que se tercie. Pero eso, nunca lo he dejado de hacer… ¡Me ha ido de maravilla!
Porque como dice la canción, para Miguel: ¡La vida es una Tómbola de luz y de color!