«Vender boletos era una forma de estar en el centro de la Fiesta, lo pasábamos muy bien»
Nos reunimos en Tómbola con la escritora y columnista Lucía Baquedano para que nos cuente sus recuerdos de Tómbola. Cuando tenía alrededor de 20 – 21 años colaboró con Cáritas vendiendo boletos en Tómbola. “Era costumbre, la mayor parte de las chicas jóvenes participaba. Era una forma de estar en el centro de la Fiesta. Lo pasábamos muy bien”, nos cuenta la escritora.
- Tómbola era en esa época por lo que usted cuenta en esa época, el centro de la fiesta un punto de encuentro… y de hecho, allí conoció o inició conversación con el que hoy es su marido…
Sí, nos conocíamos por amigos y a mí me gustaba y yo le gustaba a él, pero no lo sabía. Vino donde yo estaba y me compró boletos. Yo estaba encantada. Le tocó una cadena reloj dorada con un brillo que deslumbraba y se acercó a mi puesto de venta a decirme que le había encantado. Para mí fue muy importante estaba emocionada, a los 20 años eso resulta francamente bueno. A partir de ahí, empezamos a hablar más hasta que empezamos el noviazgo.
- ¿Qué más recuerdos tiene de Tómbola?
Recuerdo perfectamente el primer año de Tómbola. Tenía yo 6 años, ahora tengo 78 y me acuerdo que mi hermana mayor mientras me estaba peinando me contó que se iba a montar una Tómbola, una rifa con premios y boletos y que el dinero era para los pobres, como se decía entonces. Mis hermanas que son más mayores que yo, también fueron vendedoras. Entonces se ofrecían muchas chicas jóvenes para colaborar.
- ¿Desde siempre se ha sabido o se ha hecho mucho hincapié que el dinero era para una causa benéfica?
Sí, se ha sabido desde siempre. Desde que era pequeña cuando no te tocaba nada, nos decían, no te preocupes, que es para los pobres. … Pasado el tiempo, cuando iba a la Tómbola con mis hijos niños quería que nos tocara cualquier cosa, las aceitunas, las galletas… lo que fuera con tal de no ver frustradas las esperanzas de los pequeños, que todavía no entendían que aunque no nos tocara nada, era mucho lo qué ganábamos. Tendría que pasar un tiempo para que lo comprendieran y volvieran a ella., ahora con sus hijos, naturalmente…
- Recuerda regalos que le hicieran ilusión, que hubiera deseado que le tocaran?
Muchos… mis primera miradas fueron para unos muñecos de bellos faldones que parecía que me estaban esperando, pasado el tiempo prefería una bicicleta y siempre los televisores, los coches o el piso porque recordemos que te podías llevar hasta un piso si la suerte te acompañaba… También cuando no tocaba nada sabíamos que el dinero era para ayudar a los demás.
- ¿Nunca le tocó un super –premio?
La verdad es que ni el muñeco llorón, ni la bici, ni el televisor, ni el piso fueron míos, pero
como lo que allí dejábamos era para Cáritas volvíamos a casa con las manos vacías pero lleno el corazón.