“Acompañar “es estar con las personas o familias en riesgo de exclusión social, conocerlas ,caminar juntos en condiciones de igualdad, crear un vínculo con ellas, un clima de confianza que posteriormente permita a Cáritas analizar qué necesidades tiene esa persona o familia y qué posibilidades de realizar cambios para mejorar en su vida. Es un proceso que dura entre seis meses y dos años y en algunos casos hasta cinco.
Durante el año 2017 “acompañó” a un total de 118 personas, que requirieron casi 3.000 atenciones. Desde Cáritas apuestamos por este proceso porque en los últimos años hemos comprobado que es la única forma de que los usuarios salgan adelante. Para Amelia Loitegui, Responsable del Proceso de Acompañamiento de Caritas diocesana de Pamplona – Tudela.
“Una ayuda puntual puede solucionar los problemas en un momento concreto pero hay casos, donde el cúmulo de problemas y necesidades es tan amplio y está tan interrelacionado que es necesario acercarse, conocer, crear vínculo y comenzar un proceso de desarrollo que no sabemos muy bien donde nos llevará. Acompañar es más “estar” que “hacer”, centra la atención más en el camino que en la meta”.
Una vez analizado cada caso, los técnicos y voluntarios que trabajan en este servicio establecen un Plan individual que se va acompañando, revisando y adaptando a las nuevas circunstancias que vayan surgiendo. El acompañamiento pone en el centro a la persona, sus necesidades y trata de ver qué recursos pueden ayudarle en ese momento.
LA FIGURA DEL ACOMPAÑANTE
El acompañante se convierte en un referente para la persona en riesgo de exclusión y es también quien hace de puente con otros profesionales y recursos internos y externos.
Debe ser una persona con una sensibilidad especial sobre la exclusión, madurez emocional, fe en la persona y en sus capacidades, y mucha flexibilidad para adaptarse a los distintos momentos, situaciones y ritmos. La figura del acompañante debe combinar razón y corazón; rigor y creatividad; conocimientos, y sobre todo, arte.
Se trata de ayudar a que la gente no se hunda. En todos los casos se produce una mejora de la calidad de vida de las personas a las que se “acompaña”. El éxito puede ser simplemente que una persona mejore su calidad de vida y su autonomía.