Para muestra, tres botones…

Blog, Tómbola

La ilusión, pero sobre todo la solidaridad con los demás, siempre tiene premio. De una manera u otra. Y para muestra, un botón. Bueno, en este caso, tres botones.

El mostrador de Información, donde se recogen los premios más importantes, apenas da abasto. Eso significa que muchos son los afortunados que gracias a su aportación a cambio de lo que les depare la suerte, tienen su recompensa.

En tan solo seis minutos, pudimos conocer tres historias que ocurrieron ahí mismo, en ese mostrador…

La cara de alegría que traían Mónica y su marido Agustín, nos mostraba que la suerte se había puesto de su lado…

Hace muchos años que venimos y cada año nos gastamos un dinerillo… Lo que podemos. Colaboramos por el tema de la ayuda. Nunca me ha tocado nada gordo. Bueno, lo típico: champú, trapos de cocina, alguna lata. Pero este año, ha sido diferente… ¡Estamos súper contentos! Nos ha tocado una comida en el Restaurante San Miguel… ¡Oye, encantados!

Tras ellos, llegó con su boleto Oleg, un joven que lleva en España casi una década…

Vengo todos los años desde que estoy en esta preciosa ciudad… ¡Me encanta la Tómbola! Sobre todo, me toque o no, sé que estoy ayudando a muchas personas que lo necesitan y ¡Mira! El año pasado me tocó un jamón y este, un fin de semana en un Hotel de Isaba. ¿Ves? Siempre he pensado que la suerte es para el que no la espera… Y de verdad, yo nunca he jugado para que me toque gran cosa. Mi fin, es otro.

Y por último, conocimos a Alfonso. Este vecino de Pamplona, se acerca todos los años hasta la Tómbola del Paseo de Sarasate… Para él es una tradición.

No he dejado de venir ni un solo año. Sé cuál es la causa y por eso vengo hasta aquí. Si no me toca, me voy a casa tan feliz y ya está. Pero este año la suerte ha estado de mi parte y por primera vez… ¡Me llevo un jamón! ¿Sabes? Lo estrenaremos en el almuerzo de San Fermín.

Tres testimonios que se llevaron a sus casas unos premios que no esperaban. Aunque los tres coinciden que el mejor regalo es el de ayudar a los demás. Esos regalos, se traducen en valores. Y estos últimos, no se pueden comprar.

Depende de todos y cada uno de nosotros…

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